No hace tanto tiempo que una de las principales dificultades con la que se encontraban los ciudadanos para informarse bien era la del acceso a la información.
Ahora, sin embargo, los tiempos han cambiado y nos encontramos con un reto bien distinto: desenvolverse en un contexto caracterizado por la sobreabundancia de información. Y precisamente uno de los objetivos de este concurso es enseñar a informarse bien en un universo, el digital, en el que no todas las informaciones mensajes son neutrales o fiables.
También ahora nos encontramos en un contexto en el que los tradicionales sujetos de la comunicación –el que emite y el que recibe— ya no responden a ese esquema.
Para bien o para mal (yo creo que en general para bien) cualquier ciudadano tiene el derecho y la posibilidad real de comunicarse a un público tan amplio como indeterminado, a través de las redes sociales. Garantizar que ese derecho se ejerza en libertad, con igualdad y con respeto a los demás, es otro de los retos que tenemos por delante.
Está claro que todo este panorama no se asimila de una vez y para siempre. Al contrario, se trata de un proceso paulatino que, cuanto antes se comience, mejor que mejor, así que la escuela es el mejor de los lugares para hacerlo.
Esa es precisamente una de las virtualidades de este concurso, destinado a los más jóvenes que, al ser nativos digitales, están desde el comienzo de sus vidas, inmersos en este universo digital. A otros, que por cuestión de edad hemos llegado más tarde, nos está costando algo de más trabajo.
Para Fundación Cajasol, que tiene en la formación uno de sus principales objetivos es, como les decía al principio, muy importante colaborar en esta iniciativa, también por hacerlo de la mano de dos instituciones tan relevantes para la comunicación en Andalucía como el Consejo Audiovisual (CAA) y la RTVA.
A sus máximos responsables quiero dar las gracias por contar con Fundación Cajasol en esta fructífera y ya consolidada colaboración.