De un lado, las economías de todo el mundo y, por supuesto, en Europa, están condicionadas por los compromisos en materia de reducción de emisiones de CO2 la y descarbonificación, que es un proceso que va a ser largo pero que debemos considerar irreversible.
Las estrategias de lucha contra el cambio climático forman ya parte, también de manera irreversible, de las agendas tanto los gobiernos como de los distintos sectores productivos y además condicionan la competitividad de las empresas.
Hace poco leí dos datos que me parecieron muy interesantes: de un lado, que hasta un 33% de los costes totales de las empresas españolas llegan a acumularse en la factura eléctrica.
Y, de otro, que en la Unión Europea las pymes pagan un 20% más en electricidad que en China y un 65% más que en India.
Además, es evidente que este proceso de transición requiere un esfuerzo importante en innovación tecnológica y que ello acarrea paralelamente nuevas necesidades de financiación.
Tenemos que considerar los compromisos medioambientales de manera que no destruyan el consumo, la inversión, el crecimiento y la renta disponible y también abordar una fiscalidad que sea coherente con estos compromisos y estas necesidades.
Creo que estas jornadas han servido para abordar una panorámica de la situación en nuestra Comunidad Autónoma y para un intercambio fructífero de experiencias desde estas distintas perspectivas, tanto por parte de las Administraciones como de los distintos sectores implicados.