En el acto de clausura del curso, cuando me toca el turno de dirigirles unas palabras de felicitación y ánimo, disfruto siempre la suerte de compartir con todos ellos -cien alumnos en la última promoción- la intensidad de ese gran momento, su entusiasmo, sus ganas de demostrar todo lo que valen. Y en la otra cara, también palpamos allí sus temores e incertidumbres, sus dudas. Como les trasladé en aquel acto entrañable, nada define mejor la coyuntura que vivimos que la palabra incertidumbre. Y esa incertidumbre hay que saber gestionarla, con confianza en nosotros mismos, con pasión por lo que hacemos y con la certeza de que estamos sobradamente preparados.
Los retos que tenemos por delante no son pequeños, con un mundo ahí fuera que reclama habilidades, actitudes y perfiles profesionales y humanos muy diferentes a los de otras épocas. El actual mercado laboral exige líderes y profesionales sostenibles que sepan aprovechar además el amplio potencial de la tecnología y de la inteligencia artificial para dar entre todos un gran salto en innovación.
Un auténtico cambio cultural que afecta a múltiples facetas y en el que las nuevas generaciones de profesionales van ser las protagonistas. Es seguramente la clave del nuevo modelo empresarial y directivo, unos criterios y una mentalidad que dentro de muy poco ya no serán una ventaja competitiva, sino un imperativo de mercado. De momento, y según los estudios que se han realizado sobre este aspecto, sólo un tercio de los profesionales se adaptarían a este concepto de directivo sostenible desde el punto de vista medioambiental, social y económico.
Otro aspecto crucial de estos tiempos, y de la propia misión de la Fundación Cajasol, es el impulso de la capacidad de emprendimiento de nuestra sociedad. Una capacidad de emprendimiento en sentido amplio y que va más allá de la creación de nuevas empresas, aunque esto último sea un factor estratégico. Me refiero al emprendimiento como actitud y como mentalidad. Como capacidad de iniciativa, de adelantarse, de buscar y encontrar oportunidades de negocio innovadoras donde otros no las ven.
Todas estas nuevas exigencias son prioridades para nuestra querida escuela de negocios, una gran familia que acumula ya a lo largo de su historia cerca de 30.000 alumnos, incluidos los 2.500 que este último curso han pasado por nuestra aulas en los distintos programas online y presenciales. Muy orgullosos de nuestro claustro de profesores y de contribuir con esta gran labor formativa al progreso de Andalucía.