Gracias al Rector, al Decano, al cuerpo de profesores y personal no docente, sin cuyo trabajo y esfuerzo no se habrían hecho realidad los actos conmemorativos del 50 aniversario de este centro universitario.
Pero, sobre todo, quisiera dar gracias a la propia Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales por el mero hecho de existir.
Gracias a esta facultad, miles de profesionales de la economía y la empresa se han formado en ella a lo largo de este medio siglo. Y les trasladaré una íntima convicción: sin ellos, muy posiblemente el progreso de Andalucía, de sus empresas y de sus instituciones, no hubiera sido el mismo en las últimas décadas.
Creo que esta facultad y los mujeres y hombres que se han forjado en ella han contribuido mucho a la modernización de nuestra economía y de nuestra sociedad. Junto a otros muchos profesionales y colectivos, sin duda, pero si la transformación económica de Andalucía ha sido extraordinaria y, aunque quede mucho por avanzar, algo, yo creo que mucho, se debe al esfuerzo y al conocimiento de los muchos economistas que se han licenciado, graduado o cursado especializaciones en nuestra Facultad.
En general, la Universidad pública es uno de los elementos clave para la mejora del tejido productivo, empresarial y la innovación. Y, sin duda, la Facultad de Económicas y Empresariales, de forma particular, es claro ejemplo de ello. Cada año, en cada promoción, desde sus inicios, de aquí han salido grandes referentes del mundo empresarial y económico que, hasta día de hoy, contribuyen de forma activa a la mejora de la sociedad.
Pero también quisiera tener unas palabras muy personales de agradecimiento a esta Universidad y a la facultad por la huella que han dejado en mi vida. Seguramente en la de todos, pero, particularmente, me recuerdo a mí mismo con alegría e ilusión en aquella Sevilla de la segunda mitad de los años 80, de la que conservo tantos amigos y compañeros del claustro de alumnos de la Universidad y del Consejo Social.
Allí viví grandes años y experiencias como estudiante, representante del consejo de estudiantes… Años de rebeldía, de huelgas, de manifestaciones, pero, sobre todo, años en los que no faltaban las ganas y las inquietudes de querer cambiar las cosas, siempre a mejor. Con especial cariño recuerdo las Reuniones Generales de Universidades celebradas en Sevilla (1985) y Salamanca. Teníamos una gran ilusión por mejorar la Universidad y en algo creo que logramos avanzar.
Por tanto, antes de licenciarme y más allá del conocimiento académico, esta facultad supuso para mí una gran experiencia de vida, una oportunidad para el compromiso y, por qué no decirlo, también una fuente de amistades y más de una risa y ratos de diversión. Amistades que, a día de hoy, conservo y muchas otras guardo en el recuerdo.
Seguramente por este conjunto de aspectos, tanto los vinculados con la sociedad, con la investigación y la academia, como los personales que acabo de citar, es que yo siento siempre una gran responsabilidad por devolver a la Universidad, tanto como la Universidad nos ha dado a nosotros.
Creo que todos los que nos hemos reunido hoy en el acto hemos dado mucho en la Institución pero, a su vez, la Institución nos ha dado mucho de lo que hoy somos. Por eso, siento que tenemos una responsabilidad social, como siempre digo: devolverle a la sociedad, y en este caso a través de la propia Universidad, todo lo que recibimos de ella. Tenemos la obligación de ser activos en la mejora de la sociedad y, sin duda, la Universidad es la mejor herramienta y vía para hacerlo.
La facultad ha crecido mucho y para bien en todos estos años. En uno de esos cambios, que es verdad que compartimos con el conjunto de la universidad española, se refleja la enorme transformación experimentada por nuestra sociedad: si en la primera orla de licenciados apenas había un puñado de mujeres (poco más del 6%), en la de este año superarán el 50%.
Y, desde el punto de vista de organización y académico, también ha progresado mucho, y ahora se encuentra como uno de los centros más prestigiosos en la investigación en el ámbito empresarial.
Pero no quisiera que estas palabras se las llevara la autocomplacencia. De esa responsabilidad social, que comentaba y que debemos tener todos los que hemos pasado por sus aulas, tiene que salir, en la medida de nuestras posibilidades, un estímulo para una mayor ambición, porque ello se traducirá, con toda seguridad, en una mejora de nuestra economía, de nuestros procesos de innovación, de la competitividad de nuestras empresas y, por supuesto, en la mejora de nuestros sectores productivos y la tan necesaria creación de empleo.
Creo que todos los que hemos estudiado en esta facultad, y permítanme decir que, aun más los que hemos sido distinguidos con estos nombramientos de ilustres egresados, tenemos la misión de ofrecer nuestra ayuda y apoyo a esta institución, para que los siguientes años sean aún más fructíferos para sus alumnos y para nuestra tierra. Al fin y al cabo, somos referentes y ejemplos de los más jóvenes que hoy llenan estas aulas con grandes metas y sueños.
Saben, y con esto concluyo, que una de mis obsesiones es el fomento del emprendimiento, y ese es un terreno en el que la Facultad de Ciencias y Económicas y Empresariales de Sevilla puede resultar un gran instrumento. Tenemos muchas más y mejores empresas que cuando esta Facultad abrió sus puertas, pero necesitamos un nuevo impulso, una nueva ambición y, seguramente, más recursos para llevar a buen puerto ese objetivo.
En lo que a mí respecta, y estoy seguro de que en el de todos los ilustres egresados que han participado hoy en el acto, tenéis mi compromiso de ayudar en todo lo que esté en mi mano.