Pongo por delante lo prematuro que resulta medir ahora el impacto total que tendrá la actual gran crisis en el nivel económico, empresarial y financiero. En los estadios iniciales de la terrible pandemia global que vivimos, asistimos a una cascada de previsiones y consideraciones de expertos, todas ellas muy pesimistas, por cierto, pero estoy seguro de que nos quedaremos cortos en algunos parámetros y que podríamos ser excesivamente alarmistas en otros.

No es que no sea consciente de la magnitud del terremoto y de la gravedad de la situación económica que se nos viene encima, pero opino que no debemos pasar por alto algunas ventanas de oportunidad que se nos abren y que ya hicimos una gran parte de los deberes en la anterior crisis de 2008. En este sentido, ¿cómo será de relevante en este trance que contemos hoy con un sistema financiero saneado y que muchos de nuestros sectores productivos se hayan venido diversificando y transformado en ámbitos como la digitalización o sostenibilidad? Estoy seguro que profundizar en apuestas como estas supondrá la mejor «vacuna» en términos socioeconómicos.

Los que hemos dedicado nuestra trayectoria profesional a lo económico y lo social, y además ostentamos puestos de responsabilidad, debemos, a mi juicio, destacar también las luces que tenemos en un panorama con tantas sombras. Así que personalmente apuesto por ser prudentes en estos primeros análisis, y aportar al debate los elementos de transformación que consideramos más relevantes y útiles para salir del atolladero. En mi caso, en estas primeras reflexiones, que seguiremos ampliando y profundizando desde este blog, quiero resaltar que las principales fichas están ya colocadas en el tablero de juego como para avanzar al menos tres lecciones relevantes.

Como he mencionado, nuestro tejido productivo tendrá que culminar ahora y sin más dilación las asignaturas pendientes y los ajustes que quedaron al desnudo en la anterior crisis. Al margen de las medidas de urgencia del momento, no podemos aplazar las prioridades estructurales de las empresas. En nuestra tarea particular, estamos facilitando el debate con rigor de ambos aspectos desde la Fundación Cajasol y nuestro Instituto de Estudios, que mantiene operativa su actividad formativa y de divulgación gracias a nuestra plataforma online.

Las otras dos conclusiones preliminares que pongo sobre la mesa se refieren al ámbito macroeconómico y político y tienen que ver con la evidencia de que no saldremos airosos de esta crisis sin políticas globales y sin mecanismos de solidaridad en beneficio de los más vulnerables. Y esta prioridad, como también están destacando figuras de la talla del Nobel Josep Stiglitz, se hace evidente en la ayuda que le debemos a los más desfavorecidos socialmente. Pero se debe observar también en ámbitos internacionales como la Unión Europea, que ahora más que nunca tiene la oportunidad de demostrar el valor de la unidad y los mecanismos de solidaridad.

A problemas globales, soluciones y medidas globales. Nos lo ha demostrado el virus que nos amenaza y lo hemos visto en la efectividad de las medidas sanitarias cuando los protocolos de seguridad y la unidad de acción se han extendido a nivel planetario. Las recetas económicas, y también las políticas, deberán seguir la misma línea. Tanto en lo macro como en lo micro, como bien nos decía hace pocos días Emilio Ontiveros, mejor que «hagamos de la necesidad virtud».

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