Dos años sin pisar la Aldea es mucho tiempo, y nos han pasado muchas cosas en esta coyuntura crítica en la que han coincidido la pandemia, la crisis económica derivada de ella y, más recientemente, la guerra en Europa que tanto está agravando las dificultades socioeconómicas que ya veníamos padeciendo.
Un cúmulo de circunstancias adversas que han impactado de lleno en los segmentos más vulnerables de nuestra sociedad, como es habitual en todas las crisis, y que hace todavía más necesaria la labor del conjunto de instituciones que trabajamos codo con codo para ayudar a paliar las muchas brechas sociales que se están ensanchando en este periodo excepcional de nuestra historia.
Desde ese compromiso fundacional y prioritario de la Fundación Cajasol con la acción social y, por supuesto también, con el desarrollo de la provincia, es un placer para mí que hayamos podido contribuir hoy a rendirle homenaje a la vertiente más solidaria de la Romería del Rocío, a la labor social de las hermandades en este momento tan particular y en el año del reencuentro con un fenómeno que es seña de identidad de Huelva.
Seguramente, los valores más esenciales y ejemplares de la Romería, incluido el componente afectivo y emocional que compartimos como herencia cultural y familiar, se imponen en esta edición que no olvidaremos nunca. En el caso de nuestra institución hemos querido volcarnos con proyectos previos a este esperado momento como la Magna Exposición Jubilar Rocío, que impulsamos junto a la Hermandad Matriz de Almonte y que ha sido una de las iniciativas distinguida en estos Premios Tamborilero 2022.
Damos las gracias por ello en la parte que nos toca, y felicitamos también a todas las hermandades galardonadas por su contribución social. Y ya por último les deseamos a todos un feliz Rocío, pleno de alegría y devoción renovada.