Hoy hemos celebrado en la sede de la Fundación Cajasol la segunda edición de los Premios Roma que tenemos el placer de acoger y compartir nuevamente gracias a la iniciativa del Consejo Social de la Universidad Pablo de Olavide, en colaboración con la Diputación, y a pesar de las limitaciones de este año marcado por la pandemia.
Quisiera aprovechar estas líneas para volver a felicitar a las galardonadas de esta ocasión en las cinco categorías de los premios y reconocer su importante labor en nuestra sociedad, que sale a la luz gracias a estas distinciones que nacen desde el mundo de la universidad para hacer visibles a las mujeres que trabajan en el ámbito de la empresa, la ciencia o la cultura.
Lamentablemente, y a pesar de los muchos avances, todavía quedan muchos combates que ganar en la trinchera de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, una lacra social que, como todos los desequilibrios que padecemos, corre el peligro de agravarse en periodos de crisis profunda como el que estamos atravesando.
Por eso creo firmemente, como vengo reiterando, que todas las instituciones públicas y privadas que trabajamos por impulsar el desarrollo socioeconómico de nuestra tierra debemos redoblar nuestro esfuerzo y buscar nuevos mecanismos de colaboración para impedir un retroceso en los derechos y libertades conquistados en las últimas décadas, sobre todo de los colectivos más vulnerables.
Es el compromiso claro de la Fundación Cajasol y también de las instituciones que nos damos la mano en este proyecto, que, en última instancia, tiene que servir de homenaje a todas las mujeres que cada día luchan por derribar las muchas barreras que todavía persisten a la hora de hacer valer su talento y su esfuerzo en sus profesiones.
Mi enhorabuena a todas ellas y, en particular, a las cinco mujeres que hemos distinguido hoy con los Premios Roma 2020.