En Fundación Cajasol hemos tenido hoy el honor de acoger nuevamente el acto de entrega de los Premios Manuel Losada Villasante.
Es ya la séptima edición de estos galardones, que representan un impulso sostenido a la investigación y la excelencia en Andalucía, en justa correspondencia a la trayectoria que los inspira, la del profesor Losada.
Siete años son un período suficiente para poder afirmar que el elenco de galardonados dice mucho, y muy bueno, de la investigación en nuestra tierra y ese prestigio se incrementa este año con las figuras de Lara Ferrándiz, Enrique Mateos y Francisco Gancedo, cuyo tesón en la búsqueda, análisis y aplicación de nuevos métodos y sistemas en sus respectivos campos de estudio ha merecido el reconocimiento del Jurado, a quien agradezco igualmente el rigor en su trabajo.
Cada uno de estos tres galardonados sabe perfectamente que su trabajo no hubiera dado sus frutos, ni los daría en un futuro, de no ser por esa tenacidad investigadora sostenida en el tiempo. Haciendo un paralelismo, creo que también es importante que estos Premios Losada Villasante se hayan consolidado en el tiempo, porque el aliento a la excelencia tampoco puede ser flor de un día, sino que exige un esfuerzo continuado.
Y de la misma manera que en la mayoría de las ocasiones la investigación científica es un trabajo en equipo, también podríamos decir que el impulso a la misma no es solo tarea de los científicos, ni de las Administraciones Públicas o las Universidades, sino que corresponde al conjunto de la sociedad, incluidas las empresas y organizaciones civiles.
Por eso es importante que en estos premios se impliquen, además de Ayuntamientos como los de Sevilla y Carmona, la Junta de Andalucía y la Universidad Hispalense, otras entidades, incluidos medios de comunicación tan influyentes como la Cadena SER, el Foro Interalimentario, el grupo Mercadona o nuestra Fundación Cajasol.
La propia pluralidad del Jurado, al que subrayo mi agradecimiento por su tarea, y del que han formado parte representantes institucionales junto a especialistas y organizaciones de muy distinta naturaleza, pero de gran implantación como ASAJA o FACUA, es sintomática de este compromiso colectivo por la investigación y la excelencia.
Creo que los trabajos acreditados por los galardonados hoy son de un gran interés, no solo para los científicos, sino, permítanme decirlo así, para el común de los mortales, pues abarcan espacios de estudio y aplicación tan diversos como la predicción de determinados fenómenos de la naturaleza, la lucha contra la contaminación ambiental o, por último, pero no menos importante, la salud de nuestra piel, ese gran órgano de nuestro cuerpo que nos pone en contacto con el mundo que nos rodea.
Así pues, reúnen gran calidad, rigor científico e interés social pues se enfrentan a algunos de los grandes desafíos de la humanidad hoy.
Aprovecho estas líneas para reiterar mi más sincera enhorabuena a los premiados.