Creo no equivocarme si digo que, desde el primer día, este acto se ha convertido en un punto de referencia inexorable para la sociedad cordobesa. Y es muy posible que ello se deba a dos razones.
La primera tiene que ver con el propio Diario Córdoba. Famosa es la frase del dramaturgo Arthur Miller que describió a un periódico como la nación hablando consigo misma. Creo que, animado de ese espíritu, el Diario Córdoba se ha empleado a fondo no sólo para informar a los cordobeses y cordobesas de la actualidad local y global, sino para constituir un punto de encuentro de la sociedad cordobesa consigo misma. El acto de entrega de los premios Cordobeses del año supone el colofón con el que cada año se expresa ese esfuerzo continuado, por el que creo que Diario Córdoba merece también un muy sincero agradecimiento.
El segundo aspecto al que me quería referir tiene que ver, naturalmente, con los galardonados. Son sus nombres, sus trayectorias, sus méritos lo que, en realidad, lo dicen todo de unos premios.
Y en el caso de los cordobeses del año, la nómina acumulada a lo largo de todos estos años es, sencillamente, impresionante. Y no menos impresionante es que, año tras año, la lista de acreedores a esta distinción aumenta sin cesar, como aumenta su excelencia, los proyectos y tareas llevadas a cabo por cada uno de ellos y las organizaciones a las que representan.
Para mí, como cordobés, ya se pueden imaginar que siempre ha sido un placer acudir a esta sencilla pero importante ceremonia. Hoy, además, siento un enorme orgullo porque mi nombre figure entre los galardonados, lo cual constituye un honor inmerecido.
En este punto, no me resisto a recordarles la anécdota que protagonizó Don Miguel de Unamuno al recibir una importante distinción de manos de SM Alfonso XIII. Nuestro gran pensador le dijo al Rey que se merecía la condecoración, con lo que Alfonso XIII le confesó su sorpresa dado que, lo habitual, es que los galardonados dijeran que el premio les resulta inmerecido. Unamuno le replicó: “Es que tienen razón, Majestad”.
Como no soy yo quien tiene que juzgar mi propia trayectoria, aprovecho la ocasión para felicitar por su trabajo, siempre complicado, de los jurados de los Cordobeses del año, pues tienen siempre mucho y bueno donde elegir.
Porque de admiración son, sin duda, los valores sociales y empresariales que han inspirado la trayectoria de los premiados a los que aprovecho para felicitar: la Fundación Emet Arco iris, la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba, el Instituto Aguilar y Eslava, Grupo Cabezas & Carmonas, Grupo PACC, la catedrática María del Mar Delgado, y el Dr. Juan de la Haba.
En cuanto a mí, permítanme que les hable también como persona. El poeta Rilke dijo aquello que la verdadera patria de una persona es su infancia y por eso les digo que quien recoge este premio es el niño de Castro del Río, hijo de un comerciante y una maestra.
Mi madre hubiera disfrutado más que nadie de este acto, aunque lamentablemente ya no está entre nosotros. Quiero aprovechar esta ocasión para rendir un tributo a las generaciones de cordobeses y cordobesas, (de la edad de mis padres), que nos precedieron y que tantas dificultades tuvieron que superar en la vida, pero que, sin dudas, ha sido una generación de cordobeses y cordobesas ejemplares.
Sin corregir ni enmendar a Rilke, creo que la verdadera patria también se concentra en la familia. Mi familia, mi mujer Fini y mis tres hijos han estado hoy conmigo y lo celebro profundamente. Ellos son el motor de mi vida, y quienes aguantan el ajetreo de mis días.
A ver, no tienen la suerte de ser cordobeses pero, bueno, tienen un marido y padre cordobés, de manera que tienen raíces en nuestra tierra, un vínculo que, siempre que puedo, intento en el que profundicen.
Porque ser cordobés es una forma muy especial y muy hermosa de ser andaluz, español y europeo. Y porque, lo confieso, para mí no hay título más importante que ser cordobés y castreño.
Para mí ha sido siempre un timbre de honor haber nacido en esta tierra y a ella me he sentido y me sentiré siempre profunda e íntimamente vinculado. Lo he procurado siempre y desde luego también ahora desde la Entidad que presido.
Por eso, recibir un reconocimiento, de los tuyos, de tu gente, del periódico Córdoba y hacerlo en un acto como el que hemos vivido hoy, es, sencillamente, un motivo de gran alegría. Una alegría, que también simplemente, quería compartir con todos uds.