Hoy nos hemos vuelto a encontrar en la sede de la Fundación Cajasol de Cádiz en la entrega del Premio Agustín Merello, una cita anual a la que acudimos con mucho gusto y que nos da la oportunidad de reconocer el papel de los medios de comunicación y, sobre todo, de los periodistas con nombre y apellidos como el de Pepa Bueno, que cada día mantienen su compromiso con la actualidad y con los ciudadanos en este contexto tan complejo.
Seguramente, en estos tiempos confusos que nos toca transitar esta profesión es más difícil de ejercer que nunca, pero por eso también se vuelve más necesaria que en cualquier otro momento de nuestra historia.
Y pienso que el merecido premio de este año, por el perfil y el prestigio de esta gran periodista que nos ha acompañado para recogerlo, señala el camino que nunca puede perder el periodismo, y mucho menos en tiempos de crisis: sensibilidad y empatía, compromiso con la verdad, espíritu de denuncia, contrapeso al poder y un talante de diálogo que nos vacuna contra los extremismos y las intolerancias. Grandes virtudes humanas y profesionales que explican por qué Pepa Bueno es una periodista de referencia de la televisión, de la radio y ahora también de la prensa escrita desde la dirección de El País.
Así lo ha valorado el jurado de la Asociación de la Prensa de Cádiz que la ha distinguido con toda justicia con esta edición número 30 de los Premios Agustín Merello de la Comunicación.
Mis felicitaciones por este galardón y por su brillante trayectoria en Televisión Española y en la Cadena Ser. Y también mucha suerte e igual éxito en su nueva etapa al frente del diario de información general más leído de España.
Mucho ánimo para el conjunto de la profesión y mi más cordial enhorabuena de nuevo para Pepa Bueno.