En primer lugar, síntoma de tenacidad. Todos sabemos que las cosas ni surgen ni se mantienen por inercia. Al contrario, hay que quererlas y trabajarlas. Solo con esa decisión y ese trabajo detrás se explica la ya dilatada e importante trayectoria de los Premios Flacema.
También es síntoma de compromiso con muchas cosas, todas ellas muy importantes.
Compromiso, en primer lugar, con el medio ambiente. Respetarlo no es solo un imperativo ético de solidaridad con las generaciones futuras sino una condición sine qua non para una economía sana y sostenible.
Compromiso con la calidad de los productos, de los procesos, de la actividad en todas sus facetas.
Compromiso con la seguridad, tanto de los entornos naturales como de las personas.
Y, finalmente, compromiso con la transparencia: estos premios son importantes porque estimulan la comunicación relacionada con la actividad industrial de transformación y, por tanto, también es un estímulo a las prácticas responsables, al trabajo bien hecho y de calidad, que en estos tiempos es sin duda sinónimo de criterios de sostenibilidad.
Estos premios, además, también son importantes por quién los concede, una Fundación como Flacema que es ejemplo de colaboración entre empresas y trabajadores, que lógicamente tienen perspectivas distintas, pero objetivos comunes. Y es positivo también que extiendan ese espíritu de colaboración a las Universidades, a las organizaciones profesionales de periodistas y, por supuesto, a las Administraciones como la Junta de Andalucía.
Y, bien, lo he dejado para el final, pero es evidente que en unos premios lo más importante son los premiados.
A lo largo de las 12 ediciones anteriores se ha consolidado una nómina muy importante de periodistas y medios que han recibido este reconocimiento.
Este año en total han sido 19 trabajos periodísticos de 11 profesionales los que optaban al reconocimiento de la Fundación Laboral Andaluza del Cemento y el Medio Ambiente. Las ganadoras finalmente han sido Patricia Balbontín y Nico Jiménez.
Enhorabuena.