
El tema que han abordado, el surgimiento de los populismos, posiblemente es uno de los que más análisis y reflexiones ha suscitado en los últimos años, yo diría que lustros, en la política europea.
Delimitar el perímetro de este fenómeno no es tarea fácil. Si en Europa, y siempre con matices, a menudo se identifica al populismo con la derecha, en Latinoamérica tradicionalmente ha sucedido lo contrario.
Lo cierto es que, si nos remitimos a nuestro continente, en los últimos 20 años los movimientos considerados populistas, desde Orban en Hungría al 5 Estrellas en Italia, han multiplicado su presencia por tres. De hecho, el gran temor que muchos albergaban con motivo de las recientes elecciones europeas residía, precisamente, en que los partidos de corte populista alcanzaran en el Parlamento Europeo una minoría de bloqueo (más de un tercio de la Eurocámara), lo que finalmente, para bien o para mal (yo creo que para bien) no ha sucedido.
En todo caso, es realmente complicado meter en un mismo saco a fenómenos como el Brexit –sobre el que hemos debatido anteriormente en Fundación Cajasol y donde sin duda las tesis populistas han influido notablemente— con las reacciones ante las crisis migratorias en el Mediterráneo o a los evidentes costes sociales provocados como consecuencia de la crisis económica.
Considero que hay un nexo común entre todos los fenómenos populistas de distinto signo: el proponer soluciones fáciles a problemas complejos.
Sin duda que nos es exigible a todos –a los gobiernos y a la política, pero también al resto de instituciones sociales, incluidos los medios de comunicación— un esfuerzo de pedagogía y de defensa de los valores que nos han hecho progresar somo sociedades avanzadas.
Estoy seguir de que iniciativas como las de hoy suponen un grano de arena en este camino.