Una vez que la vertiente sanitaria empieza a estar controlada, podemos ya analizar con mayor nitidez el alcance de esta crisis y también las posibles hojas de ruta que nos deben permitir salir cuanto antes del terremoto económico que nos deja la pandemia. Los organismos expertos que se han pronunciado en las últimas semanas corrigen al alza los primeros cálculos y coinciden en sus estimaciones: la economía española caerá en torno al 10% este año y será una de las que más sufrirá en el ámbito europeo. Los efectos del virus en los diferentes territorios, y los consiguientes gastos públicos derivados de ello, están disparando el déficit y la deuda pública a unos niveles que superarán, mucho me temo, los preocupantes niveles de la gran recesión del 2008.

No es momento de poner el acento tanto en la disciplina fiscal como en las medidas de estímulo y en las de protección social y económica, como muy bien está entendiendo solidariamente la Unión Europea gracias a la visión de países como Alemania, Francia y la propia España. Dicho esto, comparto asimismo la llamada que están haciendo instituciones como la Autoridad Fiscal en el sentido de diseñar ya un plan de ajuste fiscal y de reequilibrio de las cuentas públicas que necesariamente se deberá plantear a largo plazo. Si existe tal plan podremos evitar la peligrosa crisis de deuda que sufrimos países como el nuestro en la anterior recesión.

Uno de los últimos organismos en salir a la palestra con recetas parecidas ha sido, esta misma semana, el Banco de España, que teme además que la morosidad se duplique y alcance cifras récord. Este último punto, por cierto, supondrá un nuevo desafío colosal para un sector clave como la banca, que se va a enfrentar a un examen mucho más difícil que los ya exigentes test europeos de solvencia. Como consecuencia, no hay que descartar que volvamos a asistir a un nuevo proceso de concentración a nivel financiero, dentro de una cascada de reformas estructurales que deberán asumir el resto de sectores económicos, como hemos venido comentando en este mismo blog.

Lo que tenemos por delante, por tanto, son palabras mayores: reformas estructurales, ajustes fiscales, plan de reequilibrio de las cuentas públicas… Con este panorama y ante un escenario tan extraordinariamente complejo, se multiplican las voces que consideramos imperiosa la necesidad de acuerdos políticos y sociales de amplio alcance, un requisito que lamentablemente no cumple nuestro país y sobre el que están alertando los órganos supervisores. La pandemia que vivimos nos demuestra que los países con políticas públicas fuertes y donde ha sido posible el consenso han capeado mejor el temporal. La recuperación económica dependerá de los mismos factores.

Estamos en pleno plan de choque para atajar la sangría, estamos de acuerdo, pero hay que adentrarse lo antes posible y con el consenso más amplio en un plan de desescalada económica para lograr la reactivación a medio y largo plazo que nos permita salvar esta situación con unos efectos soportables desde el punto de vista social.

Con conciencia de la modestia de nuestra aportación, desde Fundación Cajasol aportaremos nuestro grano de arena para que, juntos, podamos superar este desafío.

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