Inauguración de la exposición Éramos tan modernos
Quienes a principios del pasado verano vieran en la prensa la fotografía de tres señores con corbata inaugurando una exposición que se pregunta si en el 92 éramos tan modernos como se decía entonces, tal vez pensarían con sorna que «menudos modernos» estábamos hechos el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, el comisario del XXV Aniversario de la Expo, Julio Cuesta, y yo mismo.

Pues bien, seguro que mis buenos amigos Juan y Julio coincidirán conmigo en que el paso de los años no ha restado un ápice de la ilusión con que vivimos aquel mágico 92.

Bromas aparte, cuando el pasado día 11 de julio inauguramos conjuntamente en la Sala Murillo de la Fundación Cajasol la muestra ‘¡¿Éramos tan modernos?!’, estábamos haciendo algo más que un ejercicio de nostalgia. Se trata de una exposición que no versa únicamente sobre la Expo, sino que versa también de nosotros mismos, de los que nos ponemos corbata y de los que no.

Recorriendo después las salas donde se exhiben los contenidos pictóricos y audiovisuales de la muestra me vino a la memoria el título de la popular serie de televisión ‘Aquellos maravillosos años’. Y es que ‘¡¿Éramos tan modernos?!’ también podría haberse titulado así, ‘Aquellos maravillosos años’, que en mi opinión lo fueron no solo porque éramos 25 años más jóvenes, que sin duda algo influye, sino porque estábamos construyendo algo colectivamente, embarcados en un proyecto ilusionante de modernización de nuestra tierra.

Sabíamos lo que queríamos y nos pusimos a ello, todos a una. Y pienso con sano orgullo que no lo hicimos del todo mal. No negaré que pudo haber errores, que quizá no se hicieron cosas que debieron hacerse o que se hicieron otras que tal vez no hacía falta hacer, pero en general hicimos lo que nos habíamos propuesto y supimos hacerlo. La valiosa herencia de aquellos es indiscutible. Y es de todos.

A quienes todavía no se hayan pasado por la sala de exposiciones de la Fundación Cajasol les aconsejo sinceramente que lo hagan. No se arrepentirán. A quienes vivieron aquellos maravillosos años les interesará porque en los vídeos, fotos, cuadros y paneles verán reflejadas sus aspiraciones, y también sus dudas e inquietudes, de un cuarto de siglo atrás. Y a quienes, más jóvenes, no pudieron disfrutar de la Expo 92 y de sus apasionantes preparativos, es seguro que también habrá de interesarles porque se sentirán orgullosos de sus mayores y verán el gigantesco salto que dio Sevilla a partir de entonces.

¿Éramos tan modernos? Yo creo que sí. Yo creo que lo seguimos siendo. Yo creo que, de algún modo, quizá la Expo 92 nos hizo modernos para siempre.

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