Las tres incógnitas del nuevo curso - Antonio Pulido Gutiérrez

El nuevo curso que arrancamos este mes sigue la tónica de este año crítico y extraño y se presenta plagado de interrogantes. De cómo se despejen estas claves en lo que resta de año va a depender en gran medida el alcance real de la crisis de la pandemia en nuestro país. Sin ánimo de simplificar una situación tan compleja y preocupante, me permito sintetizarla en tres incógnitas que me parecen fundamentales. ¿Se mantendrá bajo control la crisis sanitaria o se derivarán de ella nuevos impactos económicos? ¿Se confirmará el esperado repunte del 10% del PIB nacional al cierre del tercer trimestre para poder amortiguar el desplome del confinamiento al cierre de 2020? ¿Habrá finalmente estabilidad política, consenso y unos nuevos Presupuestos?

Las tres cuestiones parecen estar en el aire a la vista de cómo arranca septiembre, pero quiero confiar en que todavía tenemos margen para salvar estos exámenes en los que nos jugamos que la reactivación sea realmente efectiva y lo más rápida posible. Creo firmemente que la única manera de superar este desafío histórico es darle la vuelta a las dificultades y enfocar esta grave crisis como la mejor oportunidad de cambiar el modelo productivo español hacia una economía más justa, verde y digital, como marcan las prioridades del conjunto de la Unión Europea.

Pero esta gran transformación, que se inició tras la última crisis y que debe culminar ahora, exige acuerdos y estabilidad social y política. Como vengo insistiendo en este blog y en otros foros, todos tenemos que abrazar una nueva forma de ver y entender el futuro desde la cooperación y lejos de las viejas dinámicas de enfrentamiento. Y es muy importante que esta prioridad se entienda en la esfera pública. No creo que podamos permitirnos el lujo de la inestabilidad o de unos Presupuestos sin un amplio respaldo.

Existen aspectos que no están en nuestra mano, como la imprevisible evolución sanitaria del virus y su impacto en los diferentes sectores económicos, pero hay puntos que sí dependen de nuestro sentido de la responsabilidad histórica y de nuestra capacidad de aunar esfuerzos. Teniendo en cuenta que el rebote que se esperaba este verano gracias al motor del turismo no ha sido tan intenso como hubiéramos querido, no nos queda otra que apostar por el entendimiento para apuntalar la recuperación. Si la tempestad se convierte finalmente en tsunami, más vale que nos coja a todos remando en la misma dirección.

Compartir: