Javier Fernández, heredero de una gestión de dos décadas por parte del también socialista Rodríguez Villalobos, no es nuevo ni en la gestión institucional ni en la política. Llega al cargo hablando de cohesión, innovación y nuevas propuestas para la provincia y para el conjunto de las instituciones de las Diputaciones.
Estoy de acuerdo con su idea de que hay que inventar y arriesgarse, hacer las cosas de otra manera para adaptarse y avanzar en este tiempo complejo y marcado por las transformaciones. Y esto vale para las diputaciones, para las empresas y para el resto de las instituciones públicas y privadas.
En esa tarea, sólo podemos desearle al presidente de la Diputación buena suerte en su gestión. Está en juego el futuro desarrollo de todos los municipios de la provincia de Sevilla. Un territorio clave para la Fundación Cajasol porque, como es conocido, acoge la sede principal de nuestra entidad y es el destinatario, en consecuencia, de una buena parte de nuestra actividad.
Además, y si me lo permiten, tengo que destacar un compromiso adicional con la provincia, uno a título personal, ya que acabo de recibir, justo antes del verano, el honor de ser nombrado Hijo Adoptivo de la Provincia. Y eso, como se pueden imaginar, es un título importante, muy importante para mí.