La luz de la primavera a la orilla del mar ayuda a construir un escenario ideal, pero lo más importante para conseguir una magnífica ambientación y un palpable éxito de organización que ya se vio en la apertura es, sin duda, cómo se han volcado los gaditanos de a pie y todas las instituciones y entidades que trabajamos en la ciudad, que hemos hecho nuestro el acontecimiento.
Una actitud, por cierto, absolutamente gaditana, que casa muy bien con el lema de esta novena edición en territorio español: interculturalidad y mestizaje. Creo que la cajoneada del día de la apertura que protagonizaron los Reyes -que de forma improvisada se unieron a los músicos que estrenaban el congreso a ritmo del cajón flamenco que se trajo Paco de Lucía de Perú- resume muy bien el sello gaditano y la fusión que es capaz de hacer nuestra tierra.
Una fusión y unas influencias de ida y vuelta en la lengua, el arte, la música y hasta en el temperamento que es particularmente evidente cuando hablamos de América y de los lazos culturales que unen a Andalucía con nuestros hermanos del otro lado del Atlántico.
Desde nuestra sede gaditana de la Fundación Cajasol también nos hemos sumado al entusiasmo de los gaditanos y hemos puesto todos nuestros recursos al servicio del Congreso de la Lengua, como corresponde a uno de los promotores culturales más importantes de la capital y de Andalucía.
De la mano de otras entidades y en cooperación con los organizadores oficiales del foro -la RAE y el Instituto Cervantes– hemos organizado dos de las grandes exposiciones que han acompañado la cita, Nebrija en América y Alfabeto Marinero. También hemos puesto nuestra sede a disposición de la organización para albergar una docena de eventos en el marco de los actos paralelos al congreso. Además de colaborar con el desarrollo del programa académico en diferentes paneles y la organización del concierto de Vicente Amigo en el Gran Teatro Falla.
Exposiciones, jornadas periodísticas, mesas redondas, festival de poesía y conciertos que nos han permitido formar parte activa de este congreso, una cita excepcional que nos marca un camino a seguir por el que viene apostando fuerte la Fundación Cajasol en el desarrollo de su programación.
Nuestra tierra viene demostrando que reúne todos los potenciales y los talentos para ser sede de eventos cultuales de eco mundial. Un proyecto colectivo que exige, además del patrimonio natural y cultural que ya poseemos, que todas las entidades implicadas y la ciudadanía empujen con entusiasmo en la misma dirección y con un interés común. Ese espectáculo reconfortante y alentador es el que ha dado Cádiz estos días.