Ya era evidente por la extraordinaria respuesta de público que está recibiendo en esta nueva edición, cuando ya afronta la recta final de una cita que, de alguna manera, ya es tradicional en el comienzo del otoño sevillano.
A lo largo de todos estos años el Festival se ha consolidado y cada año aumenta su atractivo, en el que participan más de 50 países, lo que permite realizar, en apenas un paseo, un pequeño viaje a través de la cultura, el arte, la música, la artesanía y, por supuesto, la gastronomía de las más diversas partes del mundo.
La gran potencia en todos los órdenes que supone un país de la personalidad y riqueza cultural de México como país invitado, cogiendo el testigo de esa otra gran nación hermana como es Argentina, no ha hecho sino reforzar esta posición.
Estos premios son un fiel reflejo de esa vitalidad del Festival, que es, siendo esto importante, mucho más que un encuentro para el ocio. La fuerte personalidad de las personas y entidades hoy galardonadas representan tres de los rasgos más potentes del Festival.
En primer lugar, por lo que supone de compromiso con la cultura, con el intercambio, con el encuentro entre pueblos y personas diferentes. Conocer es el paso imprescindible para comprender y para disfrutar de esa enorme riqueza que supone la diversidad humana.
En segundo lugar, por su apuesta decidida por la solidaridad, contando, porque el Festival de las Naciones alberga numerosas iniciativas, presentaciones y talleres que llevan a cabo distintas entidades y asociaciones durante estos días en el Prado de San Sebastián, y que tiene su broche en esta entrega de premios.
La diversidad de los galardonados lo demuestra, desde el compromiso medioambiental y científico de la base de la Armada en la Antártida, el cultural con el aniversario del Lope de Vega, el compromiso por la igualdad desde la infancia, por supuesto el de las asociaciones y personas volcadas en tareas de solidaridad y, finalmente, la apuesta por la proyección internacional de España, con la Nao Victoria y ese gran servidor de nuestro país que ha sido y es Inocencio Arias.
A todos ellos quiero darles la enhorabuena y déjenme que utilice estas líneas para felicitarles igualmente por el hecho de que esta nueva edición del festival haya supuesto un nada despreciable impulso de la actividad económica en nuestra ciudad durante el otoño, cuantificables en términos de creación de empleo y riqueza, que nunca vienen mal en una ciudad como la nuestra.
Para la Fundación Cajasol nuestro apoyo al Festival de las Naciones nos ofrece, en definitiva, una nueva ocasión de reafirmar nuestro compromiso con la ciudad, y nuestro apoyo a todas las iniciativas que contribuyan a que Sevilla y Andalucía se abran al mundo, y sean de esta forma sociedades más prósperas, más modernas, más solidarias y con un mejor futuro.