En la Fundación Cajasol estamos verdaderamente contentos por poder sumarnos por segundo año a la organización del Festival de las Naciones. Un evento que después de tantos años -de hecho el año que viene cumplirá su primer cuarto de siglo- seguramente apenas necesita carta de presentación.
Y es que el Festival de las Naciones es una de esas citas que los sevillanos tienen señalada en la agenda a la vuelta de cada verano. Se trata por tanto de una iniciativa consolidada, conocida y valorada, con más de 50 países participantes y una muy buena respuesta del público.
Y lo ha hecho a través de una fórmula con personalidad propia, que es ofrecer al visitante un viaje entre culturas, un recorrido en el que disfrutar de lo mejor de las costumbres, la gastronomía, el arte y las músicas del mundo.
Como una vez le oí decir con acierto a su director, basta un minuto para desplazarse de México a Argentina. En un corto paseo puedes empezar degustando unos nachos y terminar saboreando esas famosas albóndigas que son el plato más conocido de Suecia, el país invitado de este año. Y al final del camino, bailar con alguno de los artistas más interesantes de nuestro panorama musical.
El Festival de las Naciones es ese sentido un gran carnaval, una gran fiesta para los sentidos, pero es mucho más que eso, y por eso sintoniza tan bien con la filosofía con la que desarrollamos nuestra obra social en la Fundación Cajasol.
Porque es una fiesta que tiene en primer lugar su sello distintivo en su compromiso con la cultura, con el intercambio, con el encuentro entre pueblos y personas diferentes… En estos tiempos complicados como los que vivimos, esa capacidad de conocimiento, o de reconocimiento mutuo adquiere más valor que nunca.
En segundo lugar, cuenta también con un fuerte compromiso solidario que se expresa en las muchísimas iniciativas, presentaciones y talleres que llevan a cabo distintas entidades y asociaciones durante estos días en el Prado de San Sebastián, y que tiene su broche en la tradicional entrega de los Premios Solidarios.
Representa igualmente un elemento de impulso de la actividad económica en nuestra ciudad durante el otoño, porque no son pocos los beneficios que este Festival reporta a Sevilla en términos de creación de empleo y riqueza. Tanto por los sevillanos que lo disfrutan como por el número importante de turistas que acuden atraídos por su variada oferta cultural, gastronómica y de entretenimiento.
Y por último, pero no en último lugar, ofrece una nueva oportunidad a Sevilla y a Andalucía de reivindicar su carácter histórico como tierra de tolerancia y de acogida, como una tierra fértil para el diálogo y la convivencia entre diferentes.
Este Festival representa así una aportación, modesta si quieren, pero no por ello de menos valor, a esa necesaria defensa del carácter integrador, flexible y abierto que forma parte de la identidad profunda de los andaluces, como dijo el poeta Luis García Montero al recibir este año el título de Hijo Predilecto de Andalucía.
Para la Fundación Cajasol nuestro apoyo al Festival de las Naciones nos ofrece, en definitiva, una nueva ocasión de reafirmar nuestro compromiso con la ciudad, y nuestro apoyo a todas las iniciativas que contribuyan a que Sevilla y Andalucía se abran al mundo, y sean de esta forma sociedades más prósperas, más modernas, más solidarias y con un mejor futuro.
Les deseo que, un año más, disfruten intensamente del Festival.
Muchas gracias