Desde la Fundación Cajasol presentamos una muestra sobre aquel concepto de Modernidad que reinaba en España y que tuvo en la Expo 92, su gran escaparate. No se trata de una retrospectiva conmemorativa, sino de plantear una mirada a las ideas, conceptos y fenómenos que hicieron del 92 un año icónico.
Hoy hemos inaugurado la muestra junto a Juan Espadas, alcalde de Sevilla, Julio Cuesta, comisario del XXV Aniversario de la Expo92, Rafael Jurado, coordinador del proyecto, y Óscar Fernández, comisario de la exposición.
Quiero como siempre darles la bienvenida a la Fundación Cajasol y a esta sala de exposiciones Murillo. Un espacio que a la vuelta del verano cumplirá sus primeros dos años desde su apertura con un balance que, si me permiten la inmodestia, en la Fundación Cajasol creemos que es muy positivo.
Esta sala Murillo nació con la vocación de convertirse en un espacio de primera magnitud en la agenda cultural sevillana y andaluza. Un lugar donde la cultura, el arte y el patrimonio estuvieran más cerca de todos los ciudadanos y de un público más amplio en edades, gustos e intereses. Un lugar donde las propuestas más clásicas convivieran con las últimas tendencias artísticas.
Estamos satisfechos con lo que hemos logrado hasta ahora, y eso nos anima a continuar avanzando, a ampliar nuestra oferta expositiva, a abrir esta sala a nuevos contenidos, nombres y estilos. Y, sobre todo, a continuar alentando el interés y el debate alrededor de la cultura, de los temas que nos preocupan y, en definitiva, de nuestra propia identidad como sociedad.
Con esta exposición que hoy inauguramos, la Fundación Cajasol quiere contribuir precisamente al debate, en este caso sobre uno de los acontecimientos que sin duda han marcado de manera más trascendental la historia reciente de Sevilla, de Andalucía y de España, como fue la Exposición Universal de 1992.
Este año, como todos saben, estamos celebrando los 25 años de la Expo y la Fundación Cajasol se ha sumado, como no podía ser de otra forma, a esa conmemoración con distintas actividades y proyectos, como es esta muestra. Para nosotros es un orgullo ser la principal entidad colaboradora en este aniversario, junto al Ayuntamiento de Sevilla y de la asociación Expo Sevilla.
De esta manera, quienes vivieron la Expo pueden regresar a sus recuerdos, y al mismo tiempo las nuevas generaciones de sevillanos y andaluces que no estuvieron allí pueden conocer mejor un tiempo absolutamente clave, sin el que no podría entenderse la ciudad y el país en los que viven.
Merece la pena recordar qué fue la Expo, pero no solamente como un ejercicio nostálgico o meramente festivo.
Repensar la Expo y todo lo que rodeó a aquellos años prodigiosos merece la pena sobre todo en la medida en que puede ofrecernos claves no sólo para interpretar nuestro pasado y entender nuestro presente, sino, mucho más importante, para proyectar mejor nuestro futuro.
Necesitamos, por tanto, abrir el enfoque y plantear un debate más amplio, y por eso resulta tan interesante esta exposición que hoy abre sus puertas y que es una de las propuestas más interesantes de la programación cultural de la Fundación Cajasol durante este verano.
Como muy bien precisa su comisario, esta no es una exposición sobre la Expo 92, sino una exposición que toma ese acontecimiento como una oportunidad para reflexionar sobre un concepto más complejo, como es el concepto de modernidad.
Y a partir de ahí hablar de cómo era la España de antes y de después de 1992. De cómo aquellos años marcaron de alguna forma de manera definitiva la transición de un país que había salido de una Dictadura de 40 años y que se mostraba al mundo como un Estado moderno. Como el gran escaparate de la revolución tecnológica que comenzábamos a vivir y también como el escenario de las tendencias más rompedoras en el campo de la cultura, la arquitectura, el diseño, las artes.
Como les decía, esta muestra invita más a la reflexión que a la nostalgia. Y por eso al hablar de modernidad regresa a los tiempos del Descubrimiento del Nuevo Mundo, a las grandes exposiciones universales como las de Chicago o la de Sevilla en el año 29. A la transformación del ferrocarril del siglo XIX en el tren de Alta Velocidad, uno de nuestros muchos orgullos de aquella época.
No se trata, por tanto, de una retrospectiva conmemorativa, sino de plantear una mirada más compleja, y de esta forma creo que también más interesante y estimulante, a todo el conjunto de ideas, conceptos y fenómenos que hicieron del 92 un año icónico.
Disfrútenla, muchas gracias