Y, sin embargo, este diálogo entre las dos principales ciudades de Andalucía –Málaga y Sevilla, Sevilla y Málaga— ha alcanzado ya velocidad de crucero, demostrando al menos dos cosas importantes:
La primera es que las cosas se pueden cambiar y que las dinámicas se pueden invertir. Y creo que, en el caso de estas dos ciudades a esa dinámica trufada de recelos, competencia mal entendida cuando no simple ignorancia, merecía que se contrapusiera otra: una nueva mirada basada en la obviedad de que dos grandes núcleos urbanos separados apenas por 250 kilómetros, y cargados ambos de historia y energía debían abrir espacios de entendimiento.
Creo que eso se ha conseguido y ha sido gracias a una suma de voluntades entre las que destacan las voluntades políticas que encarnan los respectivos alcaldes De La Torre y Espadas, pero también de otras instituciones como los medios de comunicación y déjenme que cite también a entidades de la sociedad civil como la Fundación Manuel Alcántara o la propia Fundación Cajasol que presido.
La segunda cosa que están demostrando esas jornadas es que lo más importante para poder dialogar es precisamente querer hacerlo. Esa voluntad de oír al otro, esa búsqueda de espacios de cooperación es lo que está permitiendo avanzar. Por el contrario, cuando no se quieren ver las cosas, da igual que nos las pongan por delante.
Finalmente, quería destacar dos aspectos.
En primer lugar, que me sigue pareciendo fundamental contar con la complicidad de los medios de comunicación. Por mucho que en la era digital destaquen otras formas de comunicación como las redes sociales, sigue siendo de primordial importancia contar con medios sólidos como los que hoy están aquí representados –ABC, Diario de Sevilla y estando en Málaga es inevitable citar a Sur, entre otros—porque aparte de medios de información, significan un activo muy importante para el conjunto de la sociedad.
En buena medida son garantes de la limpieza en la vida pública, de la pluralidad y también activos impulsores del progreso general.
Finalmente, las personalidades que nos han acompañado hoy ponen el foco en uno de los elementos que más claramente caracterizan ese progreso, y no es otro que la cultura.
Una cultura que no tiene fronteras y por eso me ha parecido una extraordinaria iniciativa que esta conversación en Málaga haya corrido a cargo de un granadino como nuestro flamante presidente del Cervantes, Luis García Montero, una romana como Aitana Sánchez-Gijón y un malagueño como Pablo Aranda.
Creo que el campo de la cultura es uno de los más fértiles para la colaboración y estoy seguro de que en ese círculo virtuoso que se está generando entre Málaga y Sevilla, y al que ya se han ido acercando otras capitales, se van a abrir oportunidades que enriquezcan a nuestra sociedad.
Solo quiero reiterarles que para la Fundación Cajasol es un gran orgullo colaborar con una iniciativa como esta y además un gran estímulo porque no hay nada más alentador que ver cómo el esfuerzo y la ilusión puesta en un proyecto van dando sus frutos y creciendo a la vista de todos.