Hoy presentamos un libro que nace de las jornadas que celebramos el pasado año sobre la Córdoba romana. Creo que es un acierto haber plasmado en un libro lo que supusieron aquellas charlas y conferencias acogidas en nuestra sede de Cajasol.
En primer lugar, porque ya lo dijo Cayo Tito ante el Senado “verba volant et scripta manent” (las palabras vuelan y lo escrito permanece), expresión que ya está consolidada en nuestra memoria cultural como un viejo pero acertado adagio.
No es que yo piense que lo que se pronuncia en una conferencia cae en saco roto, pero es verdad que condensarlo en un libro supone realizar una aportación científica a nuestra historiografía que a buen seguro celebrarán no solo los estudiosos, sino las personas cada vez más numerosas que se interesan por el pasado de esta ciudad, cuyo poso cultural, desde tiempos inmemoriales, la hace única.
Así es: sin lo que supone la aportación de Córdoba, la historia de Occidente, del Occidente latino y también del Occidente en el que dejó su huella el Islam, sería distinta y seguramente, menos rica.
Por eso este libro es importante, como lo fueron aquellas jornadas y lo van a ser las que este año celebremos sobre la Córdoba islámica.
El extraordinario legado de Roma, del Islam, de la cultura judía y por supuesto del Cristianismo hacen de esta ciudad un lugar singular y yo diría que único en el mundo.
Muchas veces, cuando hablamos de recuperar y mantener nuestro patrimonio, inmediatamente pensamos en piedras. En Córdoba, con piedras es verdad que se han hecho maravillas, desde la Mezquita al Puente Romano.
Pero tan importante como mantener ese legado es recuperar y sobre todo dar a conocer la historia y el pensamiento que acompañó a esa historia.
Seguramente se trata del tesoro más precioso. Difundirlo mediante estudios, conferencias y publicaciones es una forma de contribuir nosotros mismos a enriquecer ese legado.
Esa es la tarea importantísima que lleva a cabo la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.
Por eso tenéis nuestro apoyo como Fundación y quiero transmitiros el orgullo de la institución que presido y el mío propio por vuestro trabajo.
Muchas gracias.