Creo que es importante que los países celebren los hitos emblemáticos de su historia. Lamentablemente, a lo largo de nuestra historia las fechas que se conmemoraban tenían mucho que ver con enfrentamientos y con discordias. El aniversario de la Constitución, sin embargo, representa lo contrario: un gran acuerdo nacional y de alguna manera el momento fundacional de nuestro sistema democrático.
Aún faltan algunas semanas para el 6 de diciembre, pero a lo largo de todo este año 2018 se están celebrando a modo de preludio, no sé si con la suficiente repercusión, el 40 aniversario de nuestra Constitución.
Ayer, en Cádiz, tuvo lugar uno de estos actos a iniciativa de dos de los más importantes medios de comunicación de todo este período, la Cadena SER y El País, y que contó con la colaboración de Fundación Cajasol.
Junto a la oportunidad del momento, yo destacaría otros dos aciertos de este evento.
El primero tiene que ver con el emplazamiento, pues se celebró en el Oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz, la cuna de la primera Constitución Española, la de 1812, cuya azarosa vida no empaña el gran impacto que tuvo en la vida política de nuestro país y de todo el constitucionalismo moderno, pues su influencia en las constituciones de las jóvenes repúblicas latinoamericanas está fuera de toda duda.
La segunda virtud de este acuerdo está relacionada con la representación que acudió al mismo, pues se reunieron dirigentes de las cuatro principales fuerzas políticas de implantación nacional. Junto a la vicepresidenta Carmen Calvo, intervinieron los máximos representantes del PP y Ciudadanos, Sres. Casado y Rivera, además del dirigente de Unidos Podemos, Rafael Mayoral.
El mero hecho de que representantes los cuatro grandes grupos políticos se sienten a hablar sobre la Constitución Española es síntoma de la normalidad democrática que, aunque hoy nos parezca normal, fue el gran logro de la Constitución de 1978.
Para mí fue un orgullo dar la bienvenida a todos los ponentes en un escenario tan cargado de simbolismo democrático y, en mis breves palabras, quise destacar un hecho: que en Oratorio de San Felipe Neri hace ya más de dos siglos lograron ponerse de acuerdo españoles de las más variadas tendencias e incluso de las procedencias más dispares, pues no olvidemos que la Constitución de 1812 se definía a sí misma como “la reunión de los españoles de los dos hemisferios”.
Al hilo de esta circunstancia, tuve oportunidad de hacer una reflexión sobre el hecho de que existen distancias –las políticas—que son tan o más difíciles de salvar que las geográficas, pero que el principal modo de lograrlo es, precisamente, querer recorrerlas y alcanzar un punto de encuentro.
Hace cuarenta años, la generación de españoles que disponía a dirigir nuestro país tras décadas de dictadura logró recorrer esas distancias y alcanzar acuerdos que se sellaron en la Constitución de 1978, que dio paso, con todas las dificultades que se quiera, a la más fecunda etapa de libertad y progreso de la historia reciente de España.
Para la Fundación Cajasol es un orgullo colaborar en la conmemoración de este aniversario constitucional y, al mismo tiempo, contribuir con nuestro apoyo al diálogo democrático que nos permita avanzar en paz y libertad desde un gran acuerdo nacional que, estoy convencido, es la más sentida aspiración de la inmensa mayoría de los españoles.