Tenemos por delante un reto colectivo tan colosal e histórico como la misma crisis a escala mundial que se ha desatado con motivo de la pandemia. Nos sorprende, además, esta recesión sin precedentes todavía tambaleantes del anterior ciclo económico negativo y sin haber concluido en su totalidad las reformas y transformaciones que exigió aquella crisis. Sin embargo, pese a los muchos nubarrones, disponemos de grandes activos para superar este trance como muy bien podemos apreciar en este especial de Actualidad Económica por el que desfila cada año lo mejor del talento empresarial e institucional de nuestra comunidad.

En Andalucía, con un impacto desde el inicio de la crisis todavía mayor que a nivel nacional, el parón del último trimestre del año a causa de los nuevos rebrotes dibujan un panorama muy preocupante que va a obligar a un auténtico plan de choque en cuanto se dé por controlada de una vez por todas la prioritaria crisis sanitaria, una situación que por suerte se atisba ya en el horizonte del próximo año.

La única manera de capear este temporal es convertir las dificultades en grandes oportunidades para salir de este bache lo antes posible, al menor coste social y económico y con un tejido productivo fortalecido y saneado. El desafío es mayúsculo y casi no tenemos antecedentes que al menos se le parezcan para echar mano de recetas y errores.

Así que no nos queda otra que inventar una ruta de salida nueva y concertada. Unos criterios que ya se aplicaron en otros cataclismos socioeconómicos como la gran depresión del 29 fueron, además de ambiciosos planes de reconstrucción, la progresiva cooperación y concertación de políticas en el ámbito internacional. Por tanto, por encima de las muchas incertidumbres de la actual coyuntura, ya sabemos al menos una cosa: que la unión de esfuerzos funciona para los grandes males y que la división empeora la situación.

Aunque abogar por el consenso y la cultura del acuerdo que tantos éxitos le ha dado a la sociedad española parece hoy en día una auténtica ingenuidad a la vista de la inquietante polarización de nuestra vida social y política, la verdad es que no veo otra manera de afrontar este desafío con unas mínimas garantías de éxito, como muy bien están advirtiendo distintos analistas. Así que nos queda un largo trecho por recorrer.

Por supuesto, hay que aplaudir los importantes fondos que van a llegar a España y a Andalucía procedentes de la Unión Europea, un verdadero pulmón para el plan de reactivación, pero mucho me temo que no hay dinero que pueda suplir la llave del esfuerzo común en el más amplio sentido de la palabra.

Uno de los últimos estudios que corroboran esta tesis se refiere a las importantes repercusiones que supone, por ejemplo, una política concertada a escala internacional de inversiones en infraestructuras públicas. En este sentido, sumar estos programas implica elevar varios puntos el PIB mundial, mientras que cada una de estas apuestas diseñadas en el contexto de cada país apenas tiene impacto en el crecimiento.

Y volviendo a la economía de nuestra tierra, hay que tener en cuenta que siempre juega la partida con las ventajas e inconvenientes de su perfil macroeconómico: las caídas de actividad siempre son más bruscas que la media nacional y los rebotes también. Por otro lado, nuestra dependencia del turismo y la hostelería se ve amortiguada por la fortaleza de un sector agroalimentario que destaca entre los más innovadores y potentes del mundo. Unas luces y unas sombras que hay que contemplar a la hora de buscar salidas. Lamentablemente, conforme cerramos este crítico año nos vamos adentrando en el escenario más negativo, que dejaría a Andalucía con una caída del empleo del 30% y un descalabro de la economía que superaría el 15% y que no remontaría hasta 2023, según los datos actualizados del Observatorio Económico de Andalucía.

Para darle la vuelta a este panorama tan negativo, tenemos que empezar por culminar las transformaciones pendientes como el mejor escudo frente a la recesión, además de subirnos a los nuevos trenes de desarrollo que nos trae la pandemia, como es la economía verde y digital. Nuestra tierra tiene mucho que decir en sectores clave que serán motores en la nueva economía, como todos los que tienen que ver con el cuidado del medio ambiente y la tecnología. Esta especialización, además, nos ayudará a transformar dos motores de nuestro tejido empresarial: los servicios y la industria agroalimentaria.  

Desde la Fundación Cajasol queremos ser coherentes con esta política del esfuerzo común por la que abogamos. Asumimos por ello la responsabilidad que nos toca de ser palanca de esta reactivación en la medida de nuestras posibilidades. Nuestras prioridades coinciden precisamente con las bazas sociales y económicas que creemos que hay que jugar en este momento y en el futuro: el impulso a la creación de empresas y a la innovación, la apuesta por la protección de los más vulnerables y el apoyo a la cultura como locomotora de desarrollo.

Aprovecho la oportunidad que me brinda esta revista, a quien agradecemos la apuesta de este número especial sobre Andalucía, para reiterar nuestro llamamiento a convertir esta crisis es una oportunidad de transformación desde el esfuerzo común.

Antonio Pulido, Presidente de la Fundación Cajasol.

Artículo publicado en el Especial «Quién es Quién en Andalucía 2020» de la revista Actualidad Económica.

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