También compartimos el enfoque en positivo que ha planteado esta jornada y sus debates de primer nivel, en el sentido de poner en valor, ante todo, las múltiples facetas en las que nuestro país ejerce una posición de incuestionable liderazgo. Al margen de reflexionar y hacer propuestas sobre las asignaturas pendientes y los desafíos, aspectos que también se han abordado en el foro, no hay nada más constructivo para proyectar un nuevo salto adelante que partir de lo que ya es excelente bajo la marca España. Y eso, afortunadamente, da para mucho.
Con el esfuerzo de todos, somos referentes en calidad y esperanza de vida, en entorno natural, en sostenibilidad, en turismo y gastronomía, en cultura y patrimonio, en igualdad y derechos, en sectores estratégicos para el mundo como el agroalimentario, el financiero o las infraestructuras.
Por encima de las tensiones políticas y la polaridad que vivimos, somos una sociedad y una democracia de referencia que debe aprovechar todas sus fortalezas para avanzar y mejorar. En la Fundación Cajasol siempre insistimos en que no existe mejor instrumento de desarrollo que la colaboración entre lo privado y lo público, el consenso y la voluntad de sumar por encima de las diferencias, como muy bien demostramos los españoles en otras coyunturas históricas igualmente desafiantes.
Reunir, dar visibilidad y dar voz a las propuestas de la sociedad civil, como lo ha hecho este congreso y la entidad que lo impulsa, me parece sin duda una gran contribución a los debates más candentes del momento, pero todavía considero más importante que podamos promover desde este encuentro los valores que son bandera para las entidades que representamos a la sociedad civil: el diálogo, la concordia y la confianza plena en nuestra tierra.
Hemos vivido una jornada intensa, un debate en profundidad sobre el futuro de España a partir de lo mejor de nosotros y unas propuestas de avance que constituyen una valiosa aportación a los grandes retos que tiene planteados nuestro país por parte de la sociedad civil que se ha reunido en este foro.
Más allá de las conclusiones sectoriales, nos quedamos con el espíritu de este congreso. Con los valores de unidad y cooperación que lo motivan y con el llamamiento al diálogo que está implícito en su exitosa convocatoria.
Hemos escuchado la voz de importantes instituciones, de empresarios y expertos que nos han dibujado, con todo rigor, una realidad y unos potenciales muy diferentes a lo que normalmente escuchamos en las noticias.
Para compensar los enfrentamientos del día a día, necesitamos estos espacios y estas reflexiones más sosegadas y con altura de miras para no perder el norte de lo importante. Una forma de mirar el pasado, el presente y, sobre todo, el futuro más alentadora y constructiva.
La Fundación que presido, anfitriona y, como he dicho, también colaboradora de este foro, dedica una parte de sus recursos y de sus esfuerzos a promover estos espacios donde podamos dialogar, acercar posturas y, en definitiva, ayudar a conseguir acuerdos y consensos.
Entidades de la sociedad civil como las fundaciones privadas somos muy conscientes de nuestro papel, un nexo, un intermediario entre los ciudadanos y sus necesidades y los poderes públicos. Somos, en nuestra pequeña medida, al igual que todas las entidades que colaboran en este congreso, una muestra de la sociedad civil organizada y comprometida con el bien común.
Esta sociedad civil movilizada es, en sí misma, una de nuestras fortalezas para ganar el futuro, un brazo de esa España que lidera y el mejor guardián de la convivencia y la concordia.
Aprovecho estas líneas para reiterar mi agradecimiento a los organizadores y participantes en este congreso y a su promotor, el presidente de la Asociación Nacional Sociedad Civil Ahora y del Comité Organizador del IV Congreso de Sociedad Civil, Aldo Olcese. Enhorabuena por esta fructífera jornada.