Estos días hemos celebrado la clausura de los Másteres del Instituto de Estudios Cajasol en Sevilla. Ha sido un final atípico para un curso, es verdad, también atípico, sacudido por una pandemia que ha afectado y aun afecta al mundo entero, con graves consecuencias humanas, económicas y sociales.
En España ya ha pasado lo peor de la pandemia, al menos en términos sanitarios, y nos disponemos a instalarnos, poco a poco, en eso que se ha venido llamando Nueva Normalidad y que nos impone que este año hayamos celebrado el final de curso del Instituto de Estudios Cajasol de una forma nueva, menos multitudinaria, escalonada entre diferentes másteres y guardando las necesarias medidas de distanciamiento social.
Cumplimos, sin duda, con nuestra obligación, con nosotros mismos y con el conjunto de la sociedad. Porque, entretanto se alcanza una vacuna y un tratamiento definitivo contra el Covid-19, mientras se articulan en España y en Europa las medidas necesarias para afrontar la grave crisis social y económica derivada de la pandemia, no debemos olvidar que una llave muy importante para ir resolviendo esta crisis está en nuestras manos.
Y me refiero a dos planos.
El primero, muy elemental, manteniendo las medidas de higiene, la distancia interpersonal, las precauciones y la disciplina social.
Y el segundo, tan o más importante, respondiendo, todos y cada uno de nosotros con el mayor esfuerzo a este reto colectivo que tenemos por delante.
Estos tres actos de clausura de los Másteres han respondido a estos dos compromisos que todos debemos asumir.
De un lado, nos adaptamos a la nueva situación. Todos querríamos volver a la situación anterior, pero falta tiempo, esfuerzo, disciplina y avances en investigación para lograrlo.
De otro, quienes han terminado vuestros cursos y másteres es, precisamente, porque como alumnos han asumido el reto de hacerlo aunque presencialmente no se podía acudir a clase y porque el Instituto de Estudios, con todo su personal, desde los profesores y tutores hasta el personal administrativo, asumió su obligación de hacerlo en las mejores condiciones posibles.
Han cumplido, hemos cumplido y debemos felicitarnos por ello.
Quería compartir con ustedes un par de breves reflexiones.
La primera es que la pandemia paró de golpe nuestra actividad. La del Instituto, la de la Fundación, la de las empresas y la economía general, dentro y fuera de nuestras fronteras. Un parón que ha tenido y tendrá sus costes económicos y sociales. Pero creo que ese parón, a medio plazo, no va a hacer más que acelerar los cambios en muchos órdenes que se venían larvando, entre ellos el de la organización del trabajo, la economía digital, la llamada reconstrucción verde en pos de una economía sostenible.
En la Fundación y el Instituto de Estudios estamos convencidos de que estos cambios profundos que van a trastocar todos los aspectos de nuestra vida tienen que ser fruto necesariamente de un gran debate global y de un gran pacto social, económico y de valores. A ambos desafíos queremos contribuir desde nuestra entidad y, particularmente, desde esta escuela de negocios en los aspectos que atañen al mundo de la empresa y de los profesionales que las hacen grandes, entre los que sin duda se encuentran los alumnos de los Másteres, que han dado ejemplo con su esfuerzo.
Desde el Instituto de Estudios Cajasol somos muy exigentes con los conocimientos y cualificaciones técnicas de nuestro profesorado y en el trabajo de los alumnos pero, más allá de ello, en la nueva situación en la que nos encontramos, hay que hacer más que nunca hincapié en los valores, principios y actitudes necesarios para afrontar con garantías de éxito el extraordinario reto colectivo que nos ha traída la segunda década del siglo XXI.
Sin duda que los alumnos de nuestros Másteres representan buena parte de esos valores: esfuerzo, compromiso y vocación de excelencia.
Por tanto, gracias a todos: alumnos, profesores, también al personal del Instituto de Estudios. Y mi más cordial enhorabuena.