miembros del Claustro,
alumnos y alumnas,
amigos y amigas,
Como cada año, es un verdadero placer para mí poder compartir esta jornada tan especial con vosotros. Con los alumnos. Con vuestros profesores. Con vuestra familia y amigos que han querido acompañaros en esta ceremonia que por primera vez tenemos el privilegio de celebrar en este magnífico Teatro de la Maestranza.
Y es que hoy tenemos mucho que festejar y muchos motivos por lo que alegrarnos. El primer motivo, es claro: hoy celebramos el final de una etapa de aprendizaje en la que habéis dado lo mejor de vosotros mismos para convertiros en excelentes profesionales, directivos, empresarios. Cualquiera que sea el camino que emprendáis a partir de ahora, la carrera profesional que desarrolléis, estoy convencido de que todo lo que habéis aprendido y también todo lo que habéis vivido durante estos últimos meses os acompañará toda la vida.
Hoy celebramos una ceremonia, un ritual, que año a año no sólo no se desgasta, sino que cobra cada vez más sentido. Especialmente un año como éste en el que el Instituto de Estudios Cajasol cumple 30 años.
Tres décadas en las que vuestro talento y el de los más de 25.000 estudiantes que os han precedido, junto al compromiso y entrega de vuestros profesores, han permitido que ésta sea una de las escuelas de negocio con más prestigio y reconocimiento, no sólo en Andalucía sino en España. Este aniversario nos da la oportunidad así de reafirmarnos en los valores que nos inspiran y la misión que guía el trabajo del Instituto de Estudios Cajasol.
En estos ocho meses de curso, sé que habéis trabajado muy duro. Tal vez ha habido momentos en los que os asaltó el temor de que no lo lograríais. Noches de estudio interminables en las que quizá alguno de vosotros estuvo tentado de abandonar.
Habéis aprendido, entre otras muchas cosas, a estirar los días, a robar horas al sueño, a sacar el máximo partido de cada minuto libre que teníais para preparar las materias en las que os habéis matriculado. Dejadme deciros que ese esfuerzo no ha pasado desapercibido. Al contrario, es admirable y os felicitamos por ello.
Hoy es por tanto un día de alegría y de celebración.
Queridos alumnos y alumnas,
Veréis, han pasado casi 30 años, casi tantos años como tiene esta escuela, desde que finalicé mis estudios universitarios. En concreto, cursé la Licenciatura de Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Sevilla y posteriormente hice el doctorado.
Treinta años pueden parecer muchos o pocos, según la perspectiva de cada cual. Si me preguntáis a mí, a veces siento que fue ayer mismo, y otras, cuando veo todo lo que ha cambiado el mundo, siento que hubiera pasado un siglo.
Fijaros. Cuando yo me licencié, no existía Google, ni Whatsapp, ni Facebook, ni Twitter, ni ninguna de las redes sociales que ahora consultamos obsesivamente. En realidad, internet empezaba a dar sus primeros pasos en España. Nadie tenía teléfonos móviles. No conocíamos el correo electrónico. Las cámaras con las que nos hacíamos fotos eran de carrete, había que llevarlos a un estudio y esperar varios días a que las revelaran.
Hoy, solo en el rato que dura esta charla, en estos pocos minutos en los que me estoy dirigiendo a vosotros, se habrán enviado en el mundo más de 400 millones de mensajes de texto y se habrán subido más de 3 millones de fotografías a Facebook o Instagram.
Si me hubieran preguntado entonces, nunca hubiera sido capaz de imaginar cómo sería el mundo hoy, 26 de junio de 2017. Quizá como vosotros mismos seguramente podéis tener dificultades si os pido que imaginéis cómo será el mundo en el año 2047.
Internet, la explosión del mundo digital, la popularización de los dispositivos móviles, la globalización económica, el desarrollo de un mundo estrechamente interconectado… todo eso transformó de manera drástica la realidad que yo conocía. No os voy a engañar. Fue un momento apasionante. Y también fue una prueba para muchos.
Viene a cuento esta pequeña batallita, si me permitís, para explicar un concepto que creo que es crucial que entendáis, ahora que comenzáis una nueva etapa en vuestras vidas y en vuestras carreras profesionales. Y es entender la importancia del cambio.
Hoy en día, el cambio se produce a gran velocidad. En realidad, a más velocidad que nunca. Si nos concentramos en adaptarnos al cambio, ya estaremos llegando tarde. Si queremos que nuestras empresas, nuestras organizaciones, nuestra sociedad en general sea más competitiva, debemos olvidarnos de ajustarnos al cambio y ser nosotros los creadores de esa transformación.
Esta noche en esta ceremonia se cierra una etapa, pero no es más que un episodio más de una historia de aprendizaje que debéis seguir desarrollando en los años que os esperan. Desarrollar una conciencia crítica, un temperamento flexible, una personalidad abierta, una mentalidad positiva y una gran imaginación son cualidades esenciales no sólo para el éxito en los negocios o en la carrera profesional que decidáis acometer, sino que son también los ingredientes indispensables para una vida plena, sana y feliz.
La pregunta del millón en este punto la estaréis pensando todos: ¿cómo se consigue todo eso?
No existe una fórmula mágica, pero sí me voy a permitir compartir con vosotros cinco claves que he ido aprendiendo a lo largo de mis años de profesión y que confío en que os sean útiles y que los aprovechéis.
1. La primera, atreveos a salir de vuestra zona de confort. Es la única manera de crecer. Cuando nos proponemos hacer las cosas de manera diferente, es normal que se pongan en marcha muchas resistencias. Unas vendrán desde el exterior. Os dirán que lo que queréis hacer es imposible. Que os vais a estrellar. Os animarán a dejar de intentarlo.
Pero no os equivoquéis. La confianza en vosotros mismos no es sólo el resultado de tener éxito en la vida, sino también de vuestra capacidad de aceptar el fracaso y aprender de él. De tomar decisiones y equivocaros. De ser vulnerables. De ilusionaros y no ver cumplidos vuestros deseos. De dar vuestra opinión y que os critiquen.
2. La segunda, dejad volar vuestra imaginación. Einstein llegó a decir que la imaginación es más importante que el conocimiento. Él consideraba, de hecho, que el pensamiento tradicional había tenido muy poco que ver en sus logros científicos. Al contrario, daba gran importancia a su capacidad para trabajar con imágenes en su mente y hacer sorprendentes combinaciones con ellas.
Así que la sociedad necesita hombres y mujeres como vosotros que se pregunten ¿por qué no?
3. La tercera: esforzaros al máximo, y predicad con el ejemplo. Alguna vez he contado la anécdota del Dr, Bernays, que fue asesor de seis presidentes de Estados Unidos y que está considerado una de las personalidades más influyentes del siglo XX. Pues bien, un diplomático se acercó una vez a él tras una conferencia que impartió en Harvard en los años 80, le felicitó y le dijo “daría mi vida por ser tan bueno en economía y comunicación como usted”. Bernays sonrió y contestó: “¿y qué piensa Usted que yo he hecho?”. Como veis, el éxito tanto en la vida como en los negocios necesita que invirtamos en él todo nuestro esfuerzo, nuestra disciplina, nuestra confianza.
4. El cuarto consejo que quiero daros es que contéis con los demás, y los tratéis con respeto. Tenedlo claro: nada de lo que consigáis en la vida podréis lograrlo solos. Seguramente una de las obligaciones más importantes de un buen líder es ayudar a que surjan nuevos líderes. Es compartir vuestros conocimientos, vuestro entusiasmo y vuestra energía para que nuevas personas se contagien de ese espíritu y tomen el testigo. Se trata de mirar más allá de lo presente y crear una visión que inspire a los demás a trabajar juntos, a esforzarse más, en definitiva a ser mejores de lo que ellos mismos pensaban que eran.
5. El quinto consejo que me gustaría transmitiros puede parecer muy simple, pero encierra una gran verdad: pasadlo bien por el camino. El esfuerzo, el sacrificio, los obstáculos, hasta los sinsabores, son parte indisociable de esta aventura maravillosa que es la vida. Nos ayudan a ser mejores, a superar nuestros límites, a mejorar la vida de los demás, a compartir un sueño con quienes nos rodean.
Yo pienso que sois una generación especial. Y no solo porque vuestra graduación coincida con el 30 aniversario de esta escuela. Sino porque os asomáis al mundo en un momento histórico absolutamente crucial, un momento en el que comenzamos a ver ya con claridad las señales de recuperación económica pero aún nos asaltan muchas dudas sobre el futuro.
Sé que se dicen muchas cosas de vosotros, los llamados millenials, y no todas son buenas. Si me preguntáis a mí, opino que formáis parte, seguramente, de la generación mejor formada, más comprometida, más participativa y con más capacidad para marcar una diferencia en el futuro.
Os importa lo que pasa a vuestro alrededor, por eso es normal que a veces os sintáis desalentados, frustrados, incluso enfadados. Pero sed pacientes.
Así que, queridos alumnos y alumnas del curso 2016-2017 del Instituto de Estudios Cajasol. Sonreíd. Sed felices. Disfrutad del viaje. Porque estáis a punto de empezar a cambiar el mundo.
Enhorabuena a todos, y muchas gracias.