Hace cinco años que desempeña esa responsabilidad, pero su trayectoria en la firma se remonta a 1983 y durante bastantes años fue Consejero Delegado.
Rafael es especialista en Derecho Fiscal y cuenta con una dilatadísima experiencia en la planificación de grupos empresariales familiares, así como en fusiones, adquisiciones y joint ventures de grupos de empresas nacionales e internacionales.
No deseo extenderme mucho, pero me van a permitir que destaque simplemente tres atributos que creo pueden servir para perfilar la personalidad de nuestro invitado de hoy.
El primero, sin duda, es su autoexigencia. Le he oído decir que es exigente porque los clientes también lo son y que plantearse esos retos en términos de eficiencia, confianza, buscando siempre que el asesoramiento aporte un valor añadido.
El segundo rasgo que quería destacar es su carácter innovador, que le lleva a tener una visión global de una firma de abogados que va más allá de lo estrictamente jurídico. Por eso en Cuatrecasas siempre ha impulsado la presencia de profesionales en aspectos clave de una firma moderna, desde el marketing al desarrollo de negocio, desde la comunicación a los recursos humanos o las finanzas.
Solo desde esa ambición y perspectiva global puede entenderse el extraordinario esfuerzo de internacionalización del despacho que Rafael Fontana ha venido impulsando en los últimos años. Un proceso que le ha permitido consolidar una potente alianza con despachos líderes en Francia, Italia o Alemania y a estar presente, con oficinas propias o mediante alianzas, en cuatro continentes.
Y, en fin, el último rasgo que subrayaría es más bien personal, en el sentido más estricto del término, porque Rafael siempre ha llevado a gala una profunda preocupación por las personas que trabajan con él.
Y no me refiero solo a sus desvelos para facilitar una carrera profesional de prestigio a sus abogados, ni siquiera a su esfuerzo para que estos profesionales desarrollen habilidades personales complementarias como la capacidad de convencer, atraer y liderar, lo cual es fundamental en cualquier empresa moderna.
No, más bien me refiero a una confesión que le leí hace algún tiempo en una entrevista periodística. Cuando le preguntaron cómo querría que le recordaran, respondió con toda rotundidad que por ser alguien que se preocupaba por la gente.
Creo que es una suerte haber contado hoy con una persona como Rafael, a cuyo extraordinario bagaje jurídico y profesional hay que unir sus fuertes principios éticos.
Ha sido un placer escucharlo.