Hace ya varios años que nuestra Fundación se planteó ampliar nuestras infraestructuras culturales al servicio de la ciudadanía. Digo ciudadanía porque, aunque evidentemente este es un edificio emblemático en la ciudad de Sevilla, son muchos miles de visitantes de otras partes de España y de medio mundo que se dan cita en nuestra sede para visitar las muchas actividades que albergamos en ella.
Desde el primer momento, nuestro objetivo era levantar, en pleno corazón de la capital de Andalucía, una gran manzana cultural, con más de 12.000 metros2, un polo no solo de atracción de visitantes, sino de generación de actividad cultural, artística y social.
Es verdad que con este acto de inauguración podríamos decir que se cierra un capítulo, pero en realidad creo que se abre. Se abre esta manzana cultural, se abre un círculo virtuoso destinado a insuflar más vida y más dinamismo a la cultura y la sociedad sevillana.
Los restos arqueológicos de esta parte de la ciudad nos indican que muy posiblemente nos hallamos en lo que podríamos llamar la ‘zona cero’ de la antigua Híspalis. En esa ‘zona cero’ hemos logrado, no sin esfuerzo y paciencia, instalar un auténtico corazón en el que late la cultura y la tradición sevillana, pero también las nuevas inquietudes, la voluntad de innovación y de vanguardismo de nuestros creadores.
Para alcanzar tal objetivo, se nos planteaban varios retos. Les citaré los tres que considero más importantes:
Uno, que el resultado de ese esfuerzo se tradujera en unas infraestructuras que resultaran acordes con las necesidades de la sociedad sevillana y andaluza a la que se debe nuestra Fundación.
En segundo lugar, que la intervención en este edificio fuera respetuosa con su historia, con su ubicación emblemática en Sevilla y, por supuesto, con su carácter de Bien de Interés Cultural.
Y, en tercer lugar, recorrer ese camino sin interrumpir ni un solo día nuestra actividad institucional.
Por eso, diseñamos un no siempre sencillo itinerario por fases, que ahora, después de cuatro años de tareas, concluye su andadura.
En cuanto al primero de esos retos, levantar el espacio cultural que necesita una ciudad como Sevilla, lo hemos logrado transformando este edificio hasta lograr siete espacios culturales complementarios e independientes.
Cada uno de ellos ha tomado el nombre de uno de los muchísimos creadores de gran talla y prestigio que nos ha dado nuestra historia.
En el primer trimestre de 2016, abrimos la Sala Murillo, casi 600 metros2 de zona expositiva, distribuidas en dos plantas.
En esas mismas fechas, la Sala Antonio Machado, con más de 700 metros2, quedó configurada y en uso como espacio de conferencias y reuniones, con aforo de alrededor de 200 personas y todas las exigencias, desde un vestíbulo para recepciones hasta los camerinos, que presenta un espacio moderno para estos fines.
Avanzado el año 2016, se pusieron en funcionamiento cinco aulas de talleres socioculturales con un aforo conjunto que supera las 300 personas y los 600 metros2, incluyendo los espacios de servicio que comparte con la Sala Salvador, de conferencias y proyecciones.
En 2017, concluimos la reforma integral del teatro Cajasol, con espacio para 400 personas en dos plantas, además de todas las instalaciones necesarias para los usos propios para un espacio de estas características en el que se celebran encuentros, actuaciones musicales y teatrales, conferencias y eventos informativos y conmemorativos de honda repercusión, como sucedió con los aniversarios del 4 de Diciembre y de la Constitución Española, además, ya lo saben, de muchos otros, desde la literatura al flamenco, del mundo empresarial al medioambiental.
El pasado año, 2018, abrimos la Sala de Exposiciones de la primera planta, concebida como un gran espacio diáfano con capacidad para sectorializarse y recoger los nuevos lenguajes y corrientes artísticas. Un espacio que hemos bautizado como ‘Vanguardias’, en lo que supone toda una declaración de intenciones por nuestra apuesta por la innovación y la nueva creatividad artística y cultural de nuestra sociedad.
Hace apenas dieciocho meses, en la primavera de 2018, se abrió al público una singularísima y avanzadísima sala literaria, que tomó el nombre del gran poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, con medio centenar de puestos de lectura y estudio y con una gran versatilidad que le permite convertir la Biblioteca en sala de actos y conferencias con un aforo de cien personas.
Más de 400 metros2 destinados a la lectura, al gran patrimonio literario y científico de nuestra tierra en un lugar, el centro de Sevilla, donde no abundan estos servicios.
Hoy, en fin, cerramos la obra y abrimos a Sevilla el último de los espacios que nos quedaban para culminar esta gran manzana cultural con un nuevo espacio, la Sala Velázquez, con más de 300 metros de superficie expositiva en lienzos de hasta 4,5 metros de altura y comunicada con el resto de zonas museísticas de este edificio, incluido nuestro patio central porticado, con capacidad para alojar a medio millar de visitantes.
Creo, en fin, que hemos logrado dar a Sevilla lo que Sevilla necesitaba y lo hemos hecho con una concepción absolutamente respetuosa con la historia y evolución de este edificio histórico, levantado en el siglo XVI como Real Audiencia y Chancillería, y remodelado en primer tercio del siglo XX por esa joya de la arquitectura regionalista que encarnaba Aníbal González y, ya muy avanzado el siglo pasado, por la tarea rigurosa y de excelencia del arquitecto Rafael Manzano.
No puedo dejar pasar ni un segundo más sin agradecer profundamente la tarea brillante del arquitecto responsable de esta remodelación, D. Rafael Ostos, y a todo su equipo, que han demostrado, aparte de gran dedicación, mucho mimo y pasión por el trabajo bien hecho, cumpliendo siempre y a rajatabla dos de los criterios inspiradores de esta transformación: la sostenibilidad energética del edificio y un cuidado permanente para garantizar la accesibilidad de todas las personas a todos los espacios. Les aseguro que estos criterios de sostenibilidad y accesibilidad son dos muy importantes motivo de orgullo para todos nosotros.
Todo este conjunto de esfuerzos se han desarrollado, como les decía, sin alterar nuestra oferta de servicios y actividades que, créanme, a veces se convierte en algo frenético.
Hace apenas unas semanas, SSMM los Reyes de España tuvieron a bien celebrar en Fundación Cajasol una recepción a los presidentes de todas las Academias de la Legua Española del mundo, que se dieron cita en Sevilla con motivo de su conferencia cuatrienal.
Tuve la ocasión de explicarles nuestra tarea, nuestra vocación, el importante patrimonio artístico a disposición de Sevilla y Andalucía, que se plasma en más de 7.000 obras de arte que abarcan la práctica totalidad de las disciplinas artísticas, desde excepcionales obras de maestros del barroco hasta las más recientes de especialistas en diseño.
Les daré un último dato que resulta, por sí mismo, muy ilustrativo de la respuesta del público a nuestras actividades y oferta cultural: en este año que pronto va a concluir, en el que vamos a desarrollar millar y medio de actividades, más de 400.000 personas han pasado por nuestras salas y espacios, un número creciente cada año y que sin duda va a aumentar gracias a esta tareas de ampliación a las que se va a acceder, merced al azar del callejero de Sevilla, por la calle Alvarez Quintero, que sirve de homenaje a dos de los creadores contemporáneos que más afecto suscitan entre los sevillanos.
No deseo cansarles con más cifras y pormenores. Simplemente déjenme añadir mi profundo agradecimiento a todos los empleados y trabajadores de Fundación Cajasol, a las muchísimas entidades con las que mantenemos relación tanto en nuestra labor de obra social, de impulso cultural, de fomento del emprendimiento y de formación.
En todos esos ejes trabajamos codo con codo con la sociedad sevillana y, como no podía ser de otra manera, con sus instituciones, a cuyos representantes presentes hoy en la inauguración de esta Gran Manzana Cultural (Ayuntamiento de Sevilla, Diputación, Junta de Andalucía y Gobierno de España) les reitero lo que ya saben y cumplimos día a día: que Fundación Cajasol es una entidad profundamente enraizada en Sevilla y en Andalucía, con una notable proyección en el conjunto de España y que estamos y estaremos siempre al servicio de nuestra tierra.
Nuestra sede, sus infraestructuras, nuestra propia Fundación Cajasol forman parte del gran patrimonio con que cuenta nuestra sociedad. Hablamos de cultura, de las artes, de la literatura, también de la arquitectura. Pero también de emprendimiento, de industria cultural, de formación, de tecnología y de excelencia.
Nuestra concepción del patrimonio se sustenta en una idea de patrimonio vivo, dinámico, impulsor de la sensibilidad y el bienestar de una sociedad avanzada como es la sevillana, la andaluza y la española.
A esos objetivos dedicamos nuestros esfuerzos y esperamos que esta Gran Manzana Cultural que hemos abierto hoy contribuya decisivamente.