Se nos agolpan muchas emociones en estas vísperas tan señaladas. No creo que vayamos a olvidar fácilmente esta Semana Santa del reencuentro que por fin ya tocamos con los dedos. Como tampoco podremos ya arrancar de nuestra memoria emocional los dos años excepcionales que nos hemos quedado sin los principales ritos colectivos de nuestra fiesta. Las emociones intensas, como lo es la devoción religiosa, graban a fuego los recuerdos y les dan más profundidad a los sentimientos. Y también funciona en la dirección contraria, nos conmueven nuestros recuerdos más valiosos.
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